Una pérdida profundamente dolorosa.
Querido Diario:
Nunca pensé o nunca llegué a imaginar lo que pasaría el 10 de septiembre del 90, lo último que escribí aquí fue lo feliz que estaba por mi aniversario con David. Recuerdo la felicidad con la que nos devoramos al mundo aquella noche. ¡Incluso me propuso que nos fuéramos a vivir juntos! Por supuesto le dije que me encantaría hacer mi vida con él cuando termináramos nuestras carreras ya que apenas estamos iniciando, él en ingeniería civil y yo en medicina.
Cuando llegamos al lugar todo era muy hermoso y nos sentamos uno al frente del otro, hablamos sobre la inscripción a la universidad y este nuevo mundo que se abría ante nuestros ojos. Pedimos pizza y como siempre, para consentirme, fue mi sabor favorito: pollo con tocineta. Cuando llegó, el primero en probar fue él metiéndose a la boca un pedazo muy grande de pizza... en el momento menos esperado, comenzó a toser, al principio pensé que ya se le pasaría, que solo había sido un mal bocado pero entonces entendí que estaba ahogándose. Yo no sabía qué hacer, traté de ayudarlo, pedía ayuda, pero nadie llegó a auxiliarnos, hicimos todo para salvarlo pero todo fue demasiado rápido cada vez se quedaba con menos aire hasta el punto en el que se desmayó y dejó de reaccionar.
Ha sido hasta ahora el día más difícil de mi vida, cuando llegaron los paramédicos a auxiliarlo y le tomaron los signos vitales, me dijeron “No hay nada para hacer, lo sentimos”, solo pudieron explicarme que la comida había obstruido sus vías respiratorias lo que le hizo imposible respirar, sin dejar de lado que durante el viaje a la zona Andina la altura le había afectado haciendo que sus pulmones comenzaran a fallar y le costaba mucho respirar. Esto hizo que al no tener suficiente oxígeno llegando a su cerebro éste fallara al igual que sus pulmones provocando un paro respiratorio.
Yo no lo podía creer en medio de mi llanto inconsolable, justo en ese momento sentí que mi corazón se partía en mil pedazos viendo cómo el amor de mi vida había muerto de una manera cruel y el solo pensar que ya no está conmigo... me hace querer morirme también.
NUNCA PODRÉ OLVIDAR EL 10 DE SEPTIEMBRE DE 1990, ese día se me fue de una manera tan injusta mi confidente, amigo, mi novio, mi cómplice, el ser humano que más quería.